//‘Trois’

‘Trois’

Vértigo. Del grito escondido en una almohada que se moja, se calienta y soporta el mordisco ¡¡ccrrr!!, los dientes de Pluma penden de un hilo, son gotas colgadas de las encías, estalactitas que atrapan la funda con plumas de ganso de su propia cama, plumas tan diferentes a ella, muchacha leve, sobreviviente de sí misma que ahora escupe la almohada y parece ahogarse en los jugos de Coca, leche de Coco, la mulata de Borbón perfecta let me take you down, ‘cause I’m going to abierta en playo que desciende a horcajadas sobre el rostro de Pluma strawberry fields, una frutilla que late al contacto con su vértice, vertiente vertical, vórtice, ¡la v!, nothing is real cóncava obsidiana que baja más, la otra sube (¿la be?), contonea su lengua y se hunde en los labios prietos, pétalos húmedos a rebosar and nothing to get hungabout, Coco suelta un gemido y encuentra que una mano del Careta se ha prendido a su pecho, lo rodea con las yemas, palpa la curva de la que nace el costado, déjame llevarte hacia donde voy llega a una axila que exuda un hálito de su negritud, se desliza y resopla, sube al cuello strawberry fields jalonea los rizos y se enreda, Cocoa se frunce, tensa el abdomen, las caderas, nada es real Pluma se relame embriagada, Pluta, él aprieta la mano, trae hacia sí a la negra y nada en lo que pensar la besa con una lengua generosa strawberry fields forever y arremete con el vientre a la otra, la penetra entera y Pluma se encorva gatuna, lanza un rugido en la concha, zumba caracola, sale del sexo tornasolado como vencida, siente la sábana tibia en la espalda ¡ssssss! strawberry fields forever y recibe otro embiste del Careta que la empuja hasta topar la cabecera de la cama, toc, toc-toc, carcajea y congela su sonrisa de placer en el instante en que Strawberry Fields se calla, el triángulo amatorio respira un segundo ¿tres?, ¿dos?, ¿uno?… respira… solo respira… uno… dos…

Pluma acoge nuevamente el miembro-estaca, gira la cara a un costado esquivando los muslos rebosantes y muerde otra vez la película de seda beige de la almohada, témpanos de marfil sus dientes, Pluma de cuerpo entero, Pluma de carne y hueso, hippie de ocasión, se relame, muñequita de Vuitton y shigra, la aprieta, que lo mismo usa Dior o se embadurna pachulí hasta apestar, que se emborracha con Jägermeister o guarapo según el disfraz, camaleona (mmm), mutante de feria (mm), mía —propia y extraña a la misma vez— la mira (m) —Pluma al viento— la almohada beige prendida a sus dientes —Pluma de nadie y de todos— recibe el aliento a vodka de ayer y repite a perpetuidad a perpetuidad a perpetuidad (¡la pe!) y vuelve, vuelve a la almohada beige prendida a sus dientes que recibe el aliento a vodka de ayer en el bar, clic-clac de hielos saborizados y una pajilla rosa que no combina pero le gusta, ¿quién es esa?, la potra, la patrona, hoy hueles a Pure Poison —¿la p de Pluma?— y Gitanes Blondes, un poco a Campari, siempre huelo a mí, soy mi fragancia, tu propio veneno, Astral Projection suena en una led hundida al fondo de un túnel de círculos concéntricos, violeta, esmeralda, fucsia, remolino de imágenes, people can fly, Pluma rota, cerquillo recogido hacia atrás con una bincha y rizos suspendidos a los costados, cuello largo, dorado con pelusas, lleva más de diez lucas encima —susurra el bar tender sin saber si eso lo complace o la repudia, siempre lo excita— solo en los tacos de aguja con correas, en ese vestidito Gaultier comprado recién en París, señorita Rossen bienvenida, dice el administrador, cuenta abierta, nunca se sabe con qué idiotez pueda venir, insiste el bar tender, ella lo revisa y lo desprecia, estúpida guambra con plata, miradas punzantes, a su espalda un negro de dos metros y ceño fruncido la escolta, la secunda en su sainete, Tyson, Lady P (leidi Pi), reverencias, ritual, ridiculez (erre), alguien del country que la conoce de su época de polo la sigue con la vista, un ex del colegio Menor codea a otro, gringas de vacaciones que alzan las cejas ante el cortejo, algún veinteañero desubicado que cree poder conquistarla, ¿y si te invito una biela?, freak, un viejoverde que ya una vez probó un jab del Tyson por hacerse el salsa, imposible no reaccionar contigo, ¿quién dizque es esa?, mesero nuevo, ¿nunca vienes al Blow?, éste va de cortesía, en las gradas el Bulldog, caucásico, calvo, cuadrado, la ce —¡la ce!— ojalá no arme relajo, reza el administrador, ¡qué va!, nadie queda impávido ante tu plumaje, otra vez la p, te crees la reina del mundo, ¿no?, always, risa sardónica, ¿quién crees que le puso Blow Job a este antro?, señala con un gesto la pared central que se alza a unos diez metros, ¡ja!, un bosque fluorescente, people can fly susurra, del fango surgen unos pitufos-manga en alabanza al buda afro ¿Notorius?, flor de loto que trona los dedos anillados con picardía, la panza a medio cubrir con cadenas gangsta y un tatuaje de Jimmy Hendrix, todo bajo el letrero fálico-fungiforme, Blow Job, y más arriba una luna menguante en latex de altorelieve de la que se descuelga —como si la estirara desde la punta inferior hasta una J viril— una pitufina-hentai que no es otra que Pluma en su pose más ‘piut’, toda Lindsay, Pluma-Paris, (pe), entre planetas multicolores, cometas en viaje salidos de una explosión cósmica que impregna el techo de vidrio y se mezcla con el firmamento andino, Blow Job a gritos en la Franciscana, rubor en el conventillo quiteño, la carita de dios con lunares, ¡ja!, psicodelia para el pueblo, ¡pobre pendeja!, la pe, ¡ja!, ¡ja!, esta vez los guaruras no se mimetizan, están para ser vistos, para romper narices, ¿Tyson?, clavículas, rodillas, ¿Bulldog?, crac, ¡crac!, ella lo quiere así, hoy soy intocable, solo inténtalo y verás, hoy soy una (o)diosa, se tapa las narinas con el índice y el pulgar, absorbe vehemente, aquí y en la mitad de esta puta ciudad, la única mitad que vale algo, Chaos, instintivamente sorbe, el bar tender la recibe con una copa larguísima de champán y una botella, ¡poff!, le sirve con una mueca de resabio, ella se relame el sabor a cocaína de los dedos, Chaos deja de sonar, solo un latido, un eco que se multiplica, amortigua los dientes, amargura en el paladar (eme), él espera hasta que Pluma diga basta, no lo dice, se-riega-se-riega, tiembla la mano, tiembla la botella, la música vuelve, percute, estalla, rompe, ¡¡chaos!!, ella lo mira displicente, miedo y coraje, deseo que se contiene hasta que revienta, ¡¡poff!! —se descorcha también él— es Moët señorita, advierte mordiendo los dientes para que ella le ordene detenerse, pero no, y no te atrevas a enderezar la botella, deja que se riegue, bullente, pero Pluma, titubea él, ¿cuál Pluma?, inmundo donnadie, pobre hijueputa no me veas como si fueras mi amigo, cabrón, como si yo te debiera algo, vomita su rabia, no me debes nada, murmura, retrocede, no me mires como si te hubieras acostado conmigo, él sonríe, sureño apestoso, él lo recuerda como un trofeo, hoy soy tu patrona, gesticula y lo humilla, riega toda la botella y que te la descuenten… o te largas… ass hole, mueca de desidia, no te me hagas la gringa, piensa él, soy lo que quiero ser, ¿en qué idioma prefieres que te mande a la mierda, longo alevoso?, hoy soy tu zarevna, finge solemnidad, la única, creí que no sabía ruso… solo cuando jala, basuquea o se monta al caballo, ¿potra?, ¿ya entiendes?, brazos aguijoneados, alguien de atrás la llama, ¡Marie!, pero ella sigue viendo el champán que moja la barra y cae al piso de cemento entramado de neuronas fosforescentes, telarañas turquesa que configuran un enorme mandala con duendes, elfos, hadas y gnomos, orgía de Grimm y Andersen, mezcolanza con Perrault, Afanásiev y hasta Disney,

¡¡Marie!!, repite la voz entre un goa que explota en las pupilas inyectadas, chaos-chaos, éxtasis bombeado a presión colorea el cerebro, caleidoscópico, Pluma sale del letargo, vira la cabeza, al bar tender lo retira del brazo el administrador y le recuerda el riesgo con una puteada, matones alertas, Tyson y el Bulldog están listos para arremeter siempre, hoy soy Masha, ¡estúpida-imbécil!, le grita a una muchacha de blusa sin sostén y botas de cuero que se le acerca bamboleando unas tetas recién puestas, bien puestas, Masha —como le decía su diédushka—, se dan un beso en la boca, te extrañé Pri, se huelen, son dos animales en celo, la otra acaba de salir del baño jalando un chimborazo de la mejor perica de Kito, la de su propio papá, pppp, otro innombrable… deja que se riegue todo, sukin syn, vuelve al bar tender, o te rompo la botella en la cabeza de nuevo, indio de mierda, piensa ella, ‘juepucta, piensa él e intuye el cristal verde desmigajándose en su pelo y abriendo una veta, ella no recuerda, él recibió mil dólares y salvó sus piernas de las tenazas del Bulldog, ese animalote incondicional a la velikaya kniaginia por la que su padrino lo trajo desde Ucrania, una mole que ahora ha dejado las escaleras y abre espacio para que la princesa rusa entre al VIP, así ningún huevón podrá si quiera verla; resuena un acorde, tiembla, repite hasta el infinito, se distorsiona, sicodelia de ovnis ultravioleta como hologramas, seres de luz —cabezones, con dedos finos y sonrisas grogui—, blancoscuros, todo atravesado por caracteres hebreos, cortinas, chorros de burbujas y espadas láser, cientos de manos arriba, brazos que se baten en círculos, los gritos se ahogan en el humo dulzón strawberry fields forever, leidi Pi bebe media copa de champán y el resto lo riega sobre la barra mientras mira al bar tender, eres una hija de puta, murmura de nuevo, y Pluma se ríe, entrega la copa al administrador, despide a este imbécil o haz que suba a tomarse un trago conmigo, Pluta, un mosquito, una pistola, cualquier mierda, maúlla, mmm, suelta una carcajada y la amiga la secunda, ¡ggrrrr! cambia esa cara de culo, ¡qué!, ¿no ves que hoy empiezo siendo una dama?, peligrosssísssima, se muerde los labios, no soy la zorra que te dejó entrar con ella a ese hotelucho de La Mariscal, soy una lady, Masha, tu patrona… así que mejor llévame un Uppercut¸ lo atrae, haces el peor del mundo pero bue… ¡ja!, nos vemos arriba, le da la espalda y antes de subir recibe una reverencia desde la mesa de mezclas, el volumen sube, sonríe, se solaza (sss), guiña, un flaco en camiseta y sombrero de copa, audífonos a medias, ella vuelve un paso hacia el bar tender que se ha quedado estático mirando lo perra que puede ser, tan ‘piut’ como siempre, God is a DJ, le restriega, you´re just a waiter, le zampa un beso y, antes de que él pueda reaccionar, le pasa de su boca, como quien escupe, un MDA, hug-drug le suspira y brinca por las escaleras hasta perderse en el clic-clac de hielos que resuenan, vibran y la regresan a su propio aliento añejo, veintiséis horas después del primer trago, veinte después de llegar al Blow, luego de casi cien horas de soledad impuesta por la heroína, el único caballo que no ha podido domar, la fosa de la que cada vez le resulta más difícil resucitar y de la que cada vez menos quiere volver;

regresa de un cimbrón a la habitación cuando siente el miembro-estaca del Careta que gana espacio entre sus glúteos y mueve sus entrañas, muerde la almohada beige ¡mmhh! abre los ojos como si se asfixiara y suelta un espasmo que hace rebotar su cara contra el muslo de Cocoa, que lucha por sentarse sobre su rostro de zarevna, carísima, inmaculada aunque lleve cinco años de fiesta. La Negra desprende su olor a caña y estalla en el olfato de Pluma como esquirlas, mi Pri, susurra, ¿dónde está la Pri?, dice haciéndose a un lado del sexo-ventosa que se posa en ella, máscara de glicerina, ¿dónde está la Pri?, repite, y el Careta la mira, a estas horas debe estar en la cama de algún warever, despertándose asustada, cojuda, interrumpe Coco, pero Pluma regresa a ese olor anterior a través de la Negra, la respira, encuentra en ella la evidencia de otro cuerpo y otro tiempo, lo percibe, absorbe su humedad, se embarra con ella, quiero que venga, haz que venga, y vuelve al sabor de la primera mujer que vistió de amante hasta saciarse, ese olor que mantuvo en sus sábanas adolescentes por semanas, Lesbos, Plumilla, mi Priscila hermosa, su novia preferida hasta ahora, el amor de mi vida, como solía decirle, te veías tan linda (so shy), a los dieciséis eras mi Britney, ¿sí?, pon MTV y cántame-cántame-cántame, How was I supposed to know, acércate, no, ven, que no hay nadie, todos se fueron a París, fuma un poquito, es que me da sueño, qué importa, le atraganta el cigarrillo, ella aspira, Pluma-Plumilla aspira con una mueca que vio en una película, solo ven, no quiero, that something wasn’t right here, la arrincona, ven Pri, la toma de un brazo y la empuja hacia el interior de la habitación, no quiero, oh baby baby!, musita imitando la lascivia del video, sí quieres, que no, y entonces por qué me besaste, tú me besaste, no te negaste, no pude, no quisiste, I shouldn’t have let you go, es que nunca pensé, mentirosa, ¿yo?, lo has pensado mil veces, no, sí, no tantas, ¿diez?, una, no te creo, tres, ¡suficientes!, se le pega, se ríe, la otra la mira, Pluma respira sobre su cuello, un escalofrío, la pre Pri siente miedo, se arma una telenovela en su mente núbil, el grito desgarrador de la madre al descubrir a su hija trenzada a las caderas de la mocosa esa, te dije que era una mala influencia, and now you’re out of sight, yeah!, esa diabla, imaginaba melodramática porque aún no descubría lo que es la vida, ¡snif!, ella que solo había bebido cerveza en la suite del estadio y vino de bota en la plaza de toros, que solo se había dado piquitos con algún chico en la playa, nada de manos, nada de lenguas, show me, tenía que ser hija del rabino mafioso, habría dicho la señorona si no fuera lo que es, aquello que la pos Pri sabe y esconde de sus amigos de UCLA, eso no va a pasar, y se le pega de nuevo, sus pechos se rozan, Pluma siente el sostén de varas que la separan de esos senos que intuye blanquísimos, no me asustes, how you want it to be, mejor nos quedamos en la salita y conversamos, no-no, Priscila vira la cara y Pluma lame su cuello con babas espesas de marihuana, retrocede hacia el dormitorio, se respalda en un armario, tengo miedo, tengo ganas, tell me, baby, la T rebota hasta el techo, se limpia el cuello, asquerosilla, tengo más saliva, la otra la mira, no debimos fumar, allá está la cama en la que dormimos la otra semana, no debí quedarme a dormir esa noche, mi cama te encanta, pero para dormir, ¿eres sonámbula o crees que soy idiota?, cause I need to know now, gruñe, baja los ojos, yo sí te abracé, ¿en serio?, no te hagas la estúpida serruchín que estabas bien despierta, medio dormida, medio boba, sonríe, vamos a la cama, puchero, oh because!,

le gruñe, toma su cintura esquivando la camisetita con el sello del colegio que apenas llega al ombligo, es suavita, my loneliness is killing me ¿la cama?, tú, las almohadas, and I, tú, las sábanas, eres suavecita, es que soy una niña, no creo, sí-sí, las niñas no tienen tetas, sube otra vez la mano hasta el encaje del sostén y aprieta, I must confess I still believe, la pre Pri cimbra, se estremece, respira, sopla, Pluma-Plumilla rezonga, no, fuma un poco más, ¿y si me duermo?, still believe, te salvas ¡jajajá!, a ver, mejor allá, mejor aquí, al menos deja que fume más, se sienta, espérate apago esto que se va a quemar la cama —ccc—, eres linda Pri, baja la vista y sonríe, when I’m not with you I lose my mind, se levantan, apagan el chafo, tienes las manos frías, ¡qué raro!, si estoy hirviendo, en serio te digo, caliéntame, baja hasta la falda plisada, please give me a sign, tú tienes frío el culo, ja-ja, ¡qué vergüenza!, redondito, no, rico, ¿y si alguien viene?, te digo que todo está cerrado, tengo miedo, vuelve sobre su cuello y entonces la pre Pri se vuelve Pri a secas para siempre, la-pe-la-pé, se deja dar un lengüetazo que roza su boca, se retira, babosa, se limpia y sonríe, hit me baby one more time… accede con un gesto que moja su trusa, tiene los ojos inyectados, las dos, tengo más saliva, yo tengo más cuello, sus labios se encuentran y ahogan la indecisión anterior, how was I supposed to know, manos que se multiplican, buscan la camiseta, los botones se abren rasgando ojales, oh pretty baby! se recuestan trabadas en un beso aprendido con algún imberbe al apuro, ¡cloc!, la bola metálica que atraviesa su lengua encuentra una igual, anzuelo amatorio, y Pluma succiona el piercing de la Pri con picardía, la-pe-la-pe-la-pé, I shouldn’t have let you go, Priscila se incorpora a medias sobre la espalda con las manos erizadas, la suelta, ¡cloc!, cae y rebota, Pluma se encarama y la falda se eleva dejando ver sus muslos dorados, se sienta en ella, no rompas el sostén, I must confess no es el sostén lo que quiero, that my loneliness, pero no lo rompas, is killing me now y unos senos que nunca han visto el sol resplandecen, don’t you know I still believe, vejigas de leche a las que Pluma-Puma se engarza con un gruñido, la otra gime, that you will be here, se frunce y lleva por primera vez sus manos a los glúteos de la rubia, and give me a sign, Pluma-Pluma, que no se detiene y ya está bajando hasta el pupo y buscando otro botón, un broche, una cremallera… hit me baby one more time!

 

Vértigo. Otro grito responde a la arremetida del miembro-estaca ¡fuck!, que se introduce hasta el fondo de la cavidad, ¡¡fuck you!! dice el Careta con acento longo y entra a la cuenca esterilizada con látex, ¡mmmhh!, sale para tomar impulso y dejarla respirar, recuperar la dualidad (¿trialidad?) de ese engendro que han formado, quiere verla, disfrutarla, detenerse y esperar a que le pida, que le ruegue más, sopor que se yergue con su tono floral hasta la siguiente embestida en la que se esfuma apenas vuelven a ser uno, bicéfalo, tricéfalo, bucéfalo –flashazo al Magno-Magnánimo-Máximo de su imaginación– hasta que aparece un toro y cabecea la lámina flameante que se esquiva a su paso, ¡ole!, la bestia empolva la arena y nubla a medias el morbo entre sombreros de toquilla y lentes oscuros, más bestias, sus fauces sangrantes, pasodoble, embarrados de vino ¡oleee!, investidos de españoletes, ¡olééé! bodrios, yuppies y putitas en exhibición, y se las quiere tirar a todas, ¡fuck me!, ¡please! vuelve a gemir Pluma-Uma como una súplica mientras trata de regresar a su memoria en busca del olor de la otra, ese veneno frutal (¿brutal?), siempre la misma Priscila, solo aspira a volver a aquella escena, al sexo indómito, virginal de la pre Pri, primo, primero, primigenio, previo a todo, haz que venga, please!

pero ya no hay almohada, Coco la ha lanzado al piso para que Pluma no pueda esconder el rostro, para verla, para oírla gritar, para que use su raja de almohada y la mordisquee. El Careta está en el ruedo, toreador, la tonadilla, la peor puesta en escena de Carmen, esperpento de la aristocracia intelectualoide kiteña, le vienen imágenes y él las espanta, moscardonas, se detiene, la pipa de murano con su panza llena de hierba lo mira desde el velador, sicodelia en vidrio, toreador en garde, toreador, toreador, Bizet muerto con retorcijones y espuma, Mérimée se arranca los ojos con una banderilla, Saura se ahorca con un rollo de celuloide, el teatro Sucre implosiona con un ruido de fierros, remolino hacia la nada ¡elé!, el Careta imagina sus sesos embarrados en una pared, ¡páá!, y un tambor se desliza hasta encajar el siguiente proyectil aunque no existan más cráneos que reventar, no haya un dedo caliente en el gatillo ni ópera malencarada que percutir; el humo del cannabis hace cabriolas, se contonea, la c, la C, raspa la laringe, aguanta la tos, chilca, siempre me tumba las neuronas, mira a la mujer echada, Pluma, extensión de su miembro-estaca, con su boca incrustada en el sexo de la otra que tiene a su frente, trepada en la cama, entreabierta, Coco, Cuco, Coca, Cuca, las manos hacia el techo, sosteniéndolo todo como Atlas, gimiendo como Atlas, y entonces el Careta la vuelve a ver como predador de Bella Aurora, atracción en san fermines, y se desboca en mitad de la lidia, el coso de Iñakito lleno de farsantes, pueblo de vericuetos que ocultan sus miserias, ¡ole!, la taleguilla con zíper y por capote un poncho de jochar, la bota orina vino en sus hocicos hoscos, cojones y cojudos, es una cascada sonora, coso-cosa, cañas y coños, la C, ¡mierda!, andaluz andino, sevillana de ocasión, los odia a todos, quiere destriparlos y partirlas, diseccionarlos ¡cuag!, atragantarlas de semen, ¡olé!, y con esa furia regresa a la habitación, a la cama destendida, a las piernas en escuadra de Pluma y su ruido de fluidos, ¡choc! ¡choc!, el golpe de las maderas contra la pared, ¡toc!, en la cabecera ¡tum!, y medio oculto por el cuerpo de la otra, allá, siempre allá, un póster de Alex DeLarge con un vaso de leche tuneada que el Careta se obliga a ver como insecticida contra recuerdos insanos, ¿y ahora qué pasa, eh?, es él, el mismo, se queda en su pestaña, se refleja en los maniquíes puestos como Pluma, Moloko Vellocet, se repite, Malakó, sonríe, soy él, soy El Magno –el Máximo, el Magnánimo–, soy el pito-escultura que aporrea a la mujer, equilibrista, funámbulo, sociopath, soy un asesino en potencia, un delincuente a punto, la p (la pe), soy el residuo de la Novena con colirio a la fuerza, ‘lovely lovely Ludwig Van’, Ludovico (la ele), soy el mendigo también (la eme), sí, sobre todo el vagabundo entre las sombras de bombín que acechan (la be), ¿y ahora qué pasa, eh?, la complicidad tornada en infamia, alfabeto completo de ruidos insoportables en mi cabeza, sobreviviente infrahumano soy, droogie, a pesar del maldito Burgess en su final mojigato, ¿y ahora qué pasa, eh?, me comería esas páginas hasta que los trombones de la Tercera de un tal Otto (la tt) abandonen mis sienes, espiral de miseria todos, no encuentro una ventana que se abra y me deje caer y caer sin rebotar en la acera, ¿y ahora qué pasa, eh?, ¡pruah!, hundirse en la nada y solo percibir un olorcillo a sangre, la de uno mismo, Julián, el que fui y no el que soy, Careta, Ángel K, enmarañado en sí mismo hasta volver de un tajo a los pechos enormes que sobresalen de la melena crespa de la mulata, Coco, como la bautizó la misma Pluma que sigue bocarriba, con la madeja púbica jugueteando en su boca. Esa negra, Cocada –según el Careta– es una figurina de chocolate, menuda de cintura, tetas generosas, nalgas torneadas, ostra voluptuosa y una carita de nariz fina y lengua larga de lagarto, elé. Coca desciende a horcajadas sobre el rostro hambriento de Pluma, la rubia, la aniñada disfrazada de hippie que la recibe y se embona a ella con los ojos cerrados para sellar ese escaleno pirotécnico que han ensamblado. ¿Y ahora qué pasa, eh?

 

¡Vértigo! El Careta mira fijamente a su Cocada, le hace un guiño, ella alza una ceja burlona y simultáneamente se juntan sin abandonar el cuerpo de Pluma como una base a la que se anclan ambos, isoscélicos, un cimbrón de resorte los retorna a su origen (¿equilátero?), y entonces vuelve por sus fueros, siente que debe someterla, ensartarla, y a su vientre tiene unida a la niña rica, exquisita, heredera, que bien podría habitar la contrabarrera de su fantasía, la contravereda de su resentimiento social. Pluma es un camaleón y, en este momento exacto, es una extensión del miembro del Careta, estaca, enchufe a través del cual, de su lengua bífida, está poseyendo a Coca, ¡ah!, penetrando a la otra que, a su vez, ¡¡aahh!!, entra en la negra ¡¡¡aaahhh!!!, y la obliga a fruncir la nariz y achinarse, ¿negra china?, explosión feromonal, mírame negra, ¡mírame, te digo!, que voy a hacer cabriolas contigo, ¡ole!, déjame palpar tus pitones y oír tu jadeo de animal herido, ¡ruge! ¡bufa!, de una estocada voy a partirte, a cubrir tu cuerpo muerto de lascivia con este capote blondo, empapado y carísimo que he incrustado en tu sexo, ¡oleé!, y ella solo alcanza a gemir, solo quiere gemir y levantar los brazos, sostenerse el cabello y mostrarse entera, Atlas morena que sostiene el universo de su cabello espiralado, incontable, inacabable, el Careta la mira y piensa en una mujer que da a luz a la orilla de un río, que trae al mundo ese rostro bermejo que se hunde en su raja con un quejido impuesto desde el Génesis y su condena eterna. A ti te voy a sacrificar en el ruedo, Coco, vas a morir como cualquier animal mestizo, toreador, mientras a ti, Plumilla de importación, te voy a indultar, para cogerte día y noche hasta hartarme, toreador, reproducirte toreador y ensementar tu cuerpo todo, en garde. Hay que poner música porque el cerebro me va a estallar, reniega como un relincho, tengo al toreador bizarro cuarteándome la crisma, bosta, basta, bestia, la b, yo no me voy a mover, dice Coco, estoy comodísima, si te quitas te arranco la verga, amenaza Pluma-Puta, Pluma-Pluta, Pluma-Paris, Pluma-piut, toreador y el Careta se toma de los pelos para exprimir ese pensamiento-pus, en garde, se detiene, Pluma aprieta los muslos previendo su salida a la vez que ajusta a Coco, le da un mordisco marino y la negra se queja, transpira calamara en su tinta tam-tam de tambores, no sabe si le gusta ese dolor, si te quitas te meo, responde, Pluma sonríe, no te atreves, gruñe suspicaz, ella nunca pierde, y el Careta recuerda que tiene ante sí a esa muñequita, mitad harapienta mitad diva, que no puede despegarse de su celular, ¿dónde está tu teléfono, chugcha?, y la rubia tantea entre las sábanas, aletea, a mí me hablas bonito cara de verga, y descubre el aparato debajo de su nalga derecha, con destreza hace sonar un minimal de Daniel Bell que empieza a latir y los devuelve a la faena con un soplo de alivio. Entonces él apura el paso, acomoda las rodillas áureas y aparta los glúteos rucios, los muslos que sudan, se afinan y gotean esos dedos punteados de negro, y otra vez se vuelve un percutor demencial ¡pa!, ¡pá!, ¡páá!, ráfaga que levanta un hedor a pólvora seminal desde la raíz misma de su miembro, que se inflama con cada exhalación, estaca, globo a punto de reventar, work that shit, respira, llena los pulmones y expele un efluvio rancio, work that shit, repite la canción, se estira hasta atrapar con una mano-pulpo el otro globo, el de la amante en sacrificio, y lo estruja, work that shit, se cuelga de su aréola-botón y Coco lanza un aullido, Cocoa, Cocada, copada, ¡ccccc!, conteniendo el espasmo, lanza un manotazo y el Careta recibe sus uñísimas en el hombro, el cuello y la mejilla, queda marcado, work that shit, la negra baja más, hasta el pecho, y se prende a un pezón envuelto en vellos, empieza a rozarlo, frotarlo, pellizcarlo, una tenaza de cangrejo asida a su tetilla, y él a su vez abre la mano y toma entera la esfera renegrida, work that shit, sube los dedos hasta esa boca carnosa y se empapa de su saliva, melaza, regresa al globo y lo embarra, mientras Cocada aprieta la minucia como si quisiera desprender ese trozo de carne del torso; el Careta retira la mano que lo agrede con un empellón y embiste a Pluma de nuevo con brutalidad, al punto de obligarla a fruncirse, a boquear y mordisquear el sexo café para que Coca pegue un brinco y olvide por un instante al hombre que tiene enfrente y que se adhiere a su pecho derecho con fuerza, work that shit, ya no quiere arañarlo, resabio-resignación, clava sus ojos ciruela en las aceitunas medio saltonas de él, ese oponente que sabe bien, luego de tantas horas de baile sincronizado, de tantas vidas revueltas juntos, qué hacer para sumirla, sumarla, sumergirla.

 

Vértigo que llega después del silencio, Pluma ha metido mano a su teléfono y la cadencia se corta de un golpe, empieza a sonar Infected Mushroom, para variar, el Careta sonríe, Coca sonríe, recuerdo compartido de un trip playero, se ven con más ganas, como si quisieran eliminar a su intermediaria, Pluma lo percibe y se retira, pero no para irse, a la zarevna nadie la echa, siempre soy el centro del mundo, ladea con el pie al Careta y lo saca de su cuerpo con un par de idiotas, se sienta y acerca el plato de golosina que agoniza en el velador, se embute, recarga, prende un Gitanes mientras los otros se acompasan a un loop que reverbera, mutuo, simultáneo, es la viada, la contención forzada antes del disparo, ¡paaáá!, que los trenza y envuelve en un torbellino de euforia amatoria, centrípeta, choque de imanes con polos opuestos, vodka a pico de botella, las bocas se abren para comerse, hipopótamas, lenguas anguilas, dientes que tropiezan, labios que amortiguan y ceden, incapaces de contener el beso sanguijuela en el que se unen, vicious delicious, ¿un pase?, ¿al vacío?, se cagan de risa ambos, la otra los remeda enPlumada, emputada, la niña se resintió —con acento esmeralda—, Pluma le da una nalgada y un insulto rezongado en inglés británico, Coco jala, la besa también, un trago largo, una pitada, y todo se inyecta en sus venas, torrente-bombeante-excitante guambra-atorrante dice el Careta y la aparta, viejo verga, responde y se echa en un sillón, cierra los ojos, cierra las piernas, cierra las manos en puño, tensa, tiesa, tosca, y la distorsión del psytrance la golpea, decibeles frenéticos la anulan por diez segundos que parecen mil, y siente que los latidos son el galope del appaloosa de su infancia que le piquetea pppp el revés de los codos, le encrespa la crin ¡ccc!, jineta, no, solo respira y trata de olvidar lo potra que puede ser, mientras el Careta se encarama en la otra, mi Cocada, mujer de cobre con sabor a mar, almeja parmesana, recia, tus labios de caucho me son, la manipula como plastilina a voluntad —de ella, claro— enmelósame con tu piel guayaba, reza él, abrázame, abrázame más, implora de pronto, refugiado, indefenso, siempre me desarmas con tu ternura de niño abandonado, Careta, carita, caretita de cartón, cartón-piedra, Pedro P ó Ángel K, lo que fuere, Julián, lo besa, son solo nombres, entiéndelo bien, despeja su cara anegada de pelos, son tus vidas paralelas, son tantos pasados los que le duelen, que le empujan, que le regurgitan a ese instante inmenso, al mismo tiempo que los ojos de Pluma se abren y su cuerpo vuelve al mundo con un cimbrón, ¿y ahora qué pasa, eh?, hoy no hay heroína para ti, se repite cuando se da cuenta que está relamiéndose las sangraduras aguijoneadas, carachas en vez de lunares, pecas porque pecas, se levanta imponente, imperial más bien, relanzando su pelaje bayo, y embiste a la Coca que aún no termina el abrazo pío, y la trastoca en un corcel hito —así la ve ella— la hace volver a la carrera sobre un careto cualquiera —así lo ve ella— que también se desboca en un beso acantilado, beso doble, beso triple, en ambas mujeres que al final son y serán la misma, que no es ninguna de ellas sino otra, la otra, todas las anteriores, todas las que vendrán: la presente-ausente, la única que no va a volver; la que no quiere que vuelva, a la que habría asesinado cien veces, esa que sacó de él lo que ni el basuco pudo, que lo ahorcó con sus propias entrañas y lo dejó estéril, fuck off curuchupa vergonzante que se llevó la vida consigo, ese rayito de luz con churos y risa de ratón que jamás vio crecer y que ahora ya ni alcanza a intuir, leidiblú de mis aullidos, eso es lo que le duele hasta el fondo más hondo, profundo, lo que siempre lo descoloca hasta ese instante cuando su cuerpo se bate desnudo entre dos aguas, ¿agua y aceite?, crema y chocolate, trata de volver a la habitación pero la cabeza lo traiciona y lo obliga a asistir al suplicio de Rocío en su vida, rocío ácido, lluvia más que rocío, aguacero, granizada, mierdero con ventilador, trampa, tramposa, traicionera, traidora contumaz, ¡cuánta t!, esa que se deshizo de él como se deshace una careta en el agua, se derrite, se deslíe, se disuelve, se diluye, ahora la d se ahoga, se des-ahoga, papel nomás, mute, se obliga a no pensar en ello, shot-y-pipazo, se lo impone como una estrategia de supervivencia que lleva usando desde hace años ¿siglos?, cadáver insepulto, noches precipicio, te mereces todo lo que eres, le dijo, ¡mute! a gritos, y quedó vaciado de alma, mute, al fin y al cabo solo eres una sarta de huesos embadurnados de pellejo, se dijo, descartable en un mundo de leguleyos y misa dominical, ¡mute! de un carajazo, berrido sordo que rebota —rrrr— en algún páramo de su recuerdo, shot-y-pipazo de nuevo, bofetada con la que intenta volver para siempre a esa pluma que le acaricia con sus piernas de compás y le murmura que por más que cierres los ojos o cierres sus piernas, por más que emborraches tu cabeza al límite de la sinrazón, feto formolizado (fff), no hay otra salida, no hay ni una, solo entradas, los años, los recuerdos, orificios de bala todos, cicatrices y costras, tantos pasados, tantos, otra vez.

¿Y ahora qué pasa, eh?

 

Y el beso que lo pierde en la neblina que es él mismo lo recupera para el ménage à trois, abre los ojos, respira y su consciencia entra en un túnel ¿San Juan otra vez?, carita sucia arremete entre una metralla de imágenes rrrr, recuerdos como municiones que estallan, sensaciones que se superponen hasta llegar al segundo exacto, al primero, conjunto, (mani)obra coral, strawberry fields, pletorismo de jauría que devora, Malakó desde la memoria hasta la pared, escualos que circundan (la ce), y Coco siente un toque de marimba meneando desde su ombligo (m), cocada que se desparrama, festín de negros, bomba-bom-bóm, y (re)vuelve a ser toro de lidia al ruedo, suerte suprema, toreador, chilla enloquecida mientras el Careta la retuerce desde adentro, escorpión al ataque, vuelve a ser un alfil, Alfil en ajedrez borgiano, piensa pretensioso, ¡paff!, abre los ojos y se reconoce peón, soldadito de plomo, piensa, soldadito de Pluma mejor, piensa (la p), y la muñequita cruje en su bisagra, relincha la potra, patrona que se apoltrona en su trono y trona, truena, trina, oscila Priscila adolescente, Priscila bamboleante, el Blow con sus luces locas (la ele), los goznes de la cama ceden, crujen —la ce—, el tumbado parece tumbarse y retumba, tambor-tam-tám, la Negra se ensortija, ¡diabla!, ya no quiere tocar el cielo, está ahí, lo rebasa, nothing is real, de la paz eterna al momentum, del regocijo al gozo, ¡eres un perro!, un puñal estentóreo, ¡cuaj!, veta de oro la diosa, volatilidad, virulencia, la violencia los invade, vaivén, cavidad al borde, una botella se quiebra al vibrar de la embestida, zarevna embebida, llena de acentos y bemoles, hembra fantástica, mujer mandrágora, alucinógena, psicodélica, opiácea, barbitúrica, psicotrópica, alcohólica, lisérgica, heroinómana, cocainómana, patológica, onírica, estética, retórica, metafórica, paradójica, hiperbólica, esdrújula, ¡esdrújula en cada sílaba!, me sobran voces, ¿y ahora qué pasa, eh?, me sobran sentidos, voy a reventar, todos a una misma vez, todos arremolinados, entreplumados y paramovidos, condensados, condenados al unísono, todas las aliteraciones y onomatopeyas que rebotan, las referencias pop que astillan su ego, imágenes y sonidos como esquirlas, espasmos, orgasmos, merpasmos hasta erizar cada poro, la p, la pe, la PEÉÉééee…

¡Pruah!

La Franciscana, 2011
Inédito
Capítulo inicial de la novela en proceso Vértigo
2018-11-07T15:00:52+00:00