//La más ecuatoriana

La más ecuatoriana

Con motivo del estreno de la película Qué tan lejos de Tania Hermida.

Dos jóvenes con ascendente indígena y facha “harley davidson” que conversan en quichua; un matrimonio de familias que rebosan de alcurnia rancia o un aniñado que da volteretas alrededor de su auto celebrando un gol de la Liga; un par de periodistas hechos los vivos o una doña tendera con su melodrama de la tarde; son todas escenas que se quedan en la memoria de quien ha visto Qué tan lejos, de Tania Hermida; eso y la sala de cine llena, las risas y los aplausos del público.

Y es que la novel cineasta ha preferido la frescura a la pretensión que muchas veces embarra las producciones audiovisuales de este lado del mundo, esa suerte de profundidad seudo existencial o la marginalidad recalcitrante que se ha convertido en bandera de batalla de quienes buscan en la pantalla grande la fama y el reconocimiento antes que el divertimento. Fama y reconocimiento que casi nunca llegan por esa vía, por cierto.

Pero decir frescura no implica superficialidad sino un tratamiento inteligente y dinámico de la historia, con recursos bien escogidos y trabajados, elementos que contribuyen a una narrativa convincente y entretenida: el paisaje conmovedor del país, de verdes generosos y caminos desolados, por ejemplo, es el escenario idóneo para el desarrollo de la trama; la situación política que hace de telón de fondo resulta un sustento de caracterización fundamental para la construcción del relato; o los personajes, que escapan del cliché simplón y se instalan en versiones bastante verosímiles de personas que seguramente todos conocemos, contribuyen a que la cinta se deje ver con facilidad.

La visión pintoresca -casi zoológica- de una turista española, la perspectiva más humana de un actor de teatro, que no es más que un transeúnte, y el punto de vista rebelde de la joven Tristeza, más pose que otra cosa, son las aristas desde las cuales Hermida plantea una lectura interesante del Ecuador, lectura que a ratos, sin embargo, se torna innecesariamente discursiva (la escena entre el taxista y Esperanza, por ejemplo, o las presentaciones de una voz narrativa salpicada de juicios de valor).

El trabajo de fotografía es limpio, hasta convencional; ciertos altibajos en la actuación de Cecilia Vallejo y de algunos personajes secundarios (la niña de la Terminal, por decir una) se acentúan frente a un sobresaliente Pancho Aguirre; y la música incidental, tan monótona como triste, es el contrapeso a varios temas, sobre todo el central, cargado de esa emotividad típica de Héctor Napolitano.

Hay que tomar partido por las cosas, parecería decir la autora, hay que atreverse y arriesgar. Qué tan lejos es, sin dudas, la más ecuatoriana de las películas hechas hasta ahora en el Ecuador, al menos la más cercana, la más sincera, y por qué no, la más divertida.

2017-10-04T15:43:43+00:00